Desde el principio de este curso pude darme cuenta que estaba descubriendo la punta de un iceberg, que no se trataba de leer cuanto libro o pasquín estuviera de moda, que hay algo mas profundo, digno de ser estudiado minuciosamente, entre bostezos y estrujones de ojos, me di cuenta que hay textos que se remontan al origen mismo de la escritura pero que hoy continúan tan vigentes que da miedo. Cada vez que abro la boca para ser sentenciosa, recuerdo a Edipo, no siempre alcanzo a callarme, pues por naturaleza o alguna falla genética las palabras se me vienen directamente a los labios sin pasar por el cerebro, ni medir las posibles consecuencias de lo que esta a punto de bullir, por lo que estoy casi segura de que vivo mi propia tragedia al mejor estilo de Edipo cuando Tiresias le advertía; la imagen que me hice de aquella hermosa griega se niega a desvanecerse y me di cuenta que inevitablemente idealice a los antiguos griegos como viejos barbones muy sabios, mujeres muy bellas y enamoradas del amor moviéndose entre casonas blancas, iluminados por un sol brillante o por antorchas. Montaigne me dejo un gran conflicto interno, con aquello de: “Así, lector, sabe que yo mismo soy el contenido de mi libro…” Y es que aunque, como escritora o pichón de escritora, no este a la altura del ensayo literario, ni siquiera de los pasquines baratos que alguna vez y de manera vergonzosa admito que leí, cada vez que me siento frente a esta pantalla y mis dedos se deciden a dejar algo plasmado en ella un pedacito de mi va quedando, una vez de manera conciente e inconciente asesine a una cucaracha que me molestaba, luego un día esa no era yo, era un travestí asesino, y me sentí tan desprendida, tan liberada. Estoy aprendiendo a leer, a detenerme en una frase y pensarla durante varios días, intentando entenderla, saber que quiso decir el autor, por que razón esa frase se quedo en mi mente y me atormenta, incluso, saber por que esta allí. Ya no leo para pasar las paginas, para liquidar en una noche o dos trescientas paginas, siempre he disfrutado la lectura pero ahora se que mi estilo estaba un poco viciado, limitándome el disfrute de algo que debe ser lento y concienzudo para poder llegarle a la medula. La poquísima poesía que leímos aquí me mostró, allí mismo en mis cachetes, que lo más importante era su lectura: lenta y con ritmo, de esa manera los sentimientos que están allí, encapsulados, estallaron ante mis ojos, cortándome el bostezo. Por eso hoy, arriesgándome a ser sentenciosa, puedo decir que: descubrí la literatura, redescubriendo la lectura. |
Pues, a mi me gusta como escribes! y dijiste algo que me parecio muy cierto, cuando mataste la cucaracha. Ciertamente hay dias donde somos otras personas y descubrimos algo que pensabamos que no teniamos o no eramos... Lo mas dificil es conocerse a uno mismo, porque cambiamos, evolucionamos y en el peor de los casos involucionamos! Yo una vez maté una cucaracha... pero esa en definitiva no era yo, mas nunca pude tener ese valor, pero me queda el sabor de que alguna vez lo hice!
Besos